Me fui por el camino del espectáculo, dejé atrás aquel auto de miradas consternadas de pudor. Camino abajo, las galerías querían devorar la ciudad. Salvo el espejismo furtivo que desentrañó el mundo de las imágenes en una. Esa en la que estaba vestida de seda, sin la coraza, expuesta a las llamas de los ojos, en las superficies de placer. Entonces la vio.
Me fui por el camino del escándalo, doblé por la esquina en dirección a lxs locxs. Era la jauría en el anfiteatro de guitarras y carcajadas por doquier. Es acá, no dudé. Paré. Un chico y una guitarra, como Tanguito en medio de la capital, me invitaban al festín sin tiempo -viraje a un tiempo sin tiempo- en un barco sin nombre, errante de vitalidad. El agua, la humedad en las plantas del pie. Es agua de Nadie, es agua de Todxs. Un barco bajo agua, yo sabía que el acero se hundía. Mi cuerpo en la popa bailaba lejos del aire.
